Los cocineros caseros han compartido innumerables trucos para evitar llorar al cortar cebolla, desde enfriarla previamente en el refrigerador hasta usar un ventilador para disipar los vapores o usar gafas protectoras para los ojos.

Pero investigadores de la Universidad de Cornell podrían haber descubierto la mejor manera, científicamente comprobada, de detener las lágrimas.
Cortas cebollas sin llorar
Según un artículo de física publicado en arXiv, un archivo de acceso abierto para artículos académicos, usar un cuchillo afilado al realizar cortes lentos y controlados parece ser la mejor manera de minimizar las lágrimas al cortar cebolla.
Al cortar cebolla, liberan un compuesto conocido como sin-propanetial-S-óxido, que activa los nervios responsables de la producción de lágrimas. Por ello, un equipo de físicos decidió estudiar cómo se libera este compuesto, visualizando y cuantificando la expulsión de gotas durante el corte de cebolla.

Para ello, los investigadores cubrieron cebollas con pintura en aerosol negra para facilitar la visualización y el seguimiento de lo que ocurría al cortarlas. Luego, instalaron una cámara de alta velocidad y comenzaron a cortar.
Utilizando una guillotina personalizada, los investigadores experimentaron con velocidades de corte de entre 400 y 190 cm por segundo y grosores de cuchilla de entre 5 y 200 milímetros. Descubrieron que las cuchillas más delgadas y afiladas, que se movían más lentamente y con menos energía, producían menos gotas. Por otro lado, las cuchillas más gruesas y sin filo provocaban una explosión de partículas a alta velocidad que podían penetrar directamente en el ojo.
Debido a que las cuchillas sin filo doblaban la piel de la cebolla antes de cortarla, se acumulaba presión, lo que resultaba en una liberación más potente del jugo. Las cuchillas sin filo producían hasta 40 veces más partículas que las cuchillas más afiladas, y las velocidades de corte más rápidas producían hasta cuatro veces más gotas que las velocidades más lentas.
Los investigadores también experimentaron con cebollas refrigeradas durante 12 horas y descubrieron que las cebollas refrigeradas liberaban un volumen notablemente mayor de gotas en comparación con las cebollas a temperatura ambiente, desmintiendo así esa creencia común.