Joaquín Sorolla y Bastida es uno de los pintores españoles más reconocidos del periodo moderno, famoso por su dominio de la luz mediterránea y su capacidad para capturar escenas cotidianas con un realismo vibrante.
Nacido en Valencia en 1863, Sorolla desarrolló desde muy joven una sensibilidad especial hacia el color y la vida popular de su región.

Tras quedar huérfano, fue criado por sus tíos, quienes apoyaron la sua inclinación artística y lo animaron a continuar con la pintura. Muy pronto comenzó a estudiar en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, donde recibió una formación académica que luego transformaría con un estilo más libre y luminoso.
Sorolla se dio a conocer en el panorama artístico internacional a finales del siglo XIX y principios del XX gracias a su participación en exposiciones en Madrid, París y Múnich. Su obra se caracteriza por el uso magistral de pinceladas sueltas, colores intensos y composiciones dinámicas. Muchos críticos lo consideran un maestro del luminismo, un movimiento centrado en los efectos de la luz natural sobre las formas y los paisajes. En cuadros como Paseo a orillas del mar o Niños en la playa, Sorolla consigue una sensación de vida y movimiento casi fotográfica, anticipando tendencias posteriores del arte moderno.
La madurez artística y el legado de un maestro
Su fama creció de manera espectacular después de la Exposición Universal de París de 1900, donde recibió la Medalla de Oro. Este reconocimiento le abrió las puertas de los grandes círculos culturales de Europa y Estados Unidos. Durante su estancia en Nueva York y otras ciudades estadounidenses, Sorolla realizó retratos de destacadas figuras sociales y políticas, lo que fortaleció su prestigio internacional. Paralelamente, nunca dejó de representar escenas costumbristas, paisajes marinos y escenas familiares, temas que lo hicieron inolvidable.

En la última etapa de su carrera, Sorolla se embarcó en uno de sus proyectos más ambiciosos: una serie de enormes paneles titulada Visión de España, encargada por la Hispanic Society of America. Estas obras, que representan las distintas regiones de España con sus tradiciones, colores y paisajes característicos, se convirtieron en un testimonio monumental de la diversidad cultural del país. Realizadas entre 1911 y 1919, estas pinturas combinan investigación etnográfica, sensibilidad estética y una ejecución técnica impresionante.
La salud del artista comenzó a deteriorarse tras sufrir un derrame cerebral en 1920, lo que marcó el final de su actividad creativa. Falleció en 1923, dejando un legado artístico extraordinario que sigue atrayendo a estudiosos, coleccionistas y amantes del arte. Hoy, el Museo Sorolla en Madrid, instalado en su antigua casa y estudio, conserva muchas de sus obras y efectos personales. Su influencia perdura en la manera en que se valora la luz, el movimiento y la vida cotidiana dentro de la pintura moderna española.





