La relación entre Alfonso Cuarón y la ciudad de Barcelona no siempre è stata evidente para el gran público.
Aunque el director mexicano es conocido principalmente por sus trabajos en Hollywood y por su profunda conexión con México, Barcelona ha sido un escenario clave en su evolución artística y personal.

Esta ciudad, con su mezcla de historia, modernidad y espíritu creativo, aparece en su obra de manera sutil pero decisiva, y refleja un vínculo más íntimo de lo que muchos imaginan.
Para comprender la presencia de Barcelona en la vida de Cuarón, es necesario volver a los años en los que el director pasó temporadas en Europa, buscando inspiración y distancia respecto a los modelos narrativos dominantes en el cine comercial. Barcelona, con su arquitectura que combina lo gótico y lo modernista, sus calles que respiran arte y su ambiente cosmopolita, ofreció a Cuarón un espacio ideal para explorar nuevas ideas estéticas. Pasear por el Barrio Gótico o por el Eixample representaba para él una manera de observar personajes reales, gestos cotidianos y contrastes sociales que luego se reflejarían en su cine.
Alfonso Cuarón y Barcelona
Aunque Barcelona no ha sido escenario explícito en la mayoría de sus producciones, sí ha influido en su estilo visual. En Y tu mamá también y Roma, por ejemplo, la cámara en movimiento constante, la atención a la vida urbana y la construcción de personajes anclados a un espacio concreto recuerdan la manera en que Barcelona mezcla lo íntimo con lo colectivo. El director ha comentado en varias ocasiones que ciudades como Barcelona le enseñaron a mirar: a observar los pequeños detalles que cuentan grandes historias.
Uno de los lugares de la ciudad que más llamó la atención de Cuarón fue el barrio de El Raval. Con su diversidad cultural, sus colores vibrantes y su atmósfera a veces caótica, El Raval ofrecía un microcosmos de realidades superpuestas, similar a lo que más tarde desarrollaría en películas caracterizadas por la complejidad social de sus personajes. También el Parc Güell y la influencia de Gaudí contribuyeron a inspirar en Cuarón un sentido de libertad creativa, de ruptura con lo convencional y de exploración de lo visual como lenguaje propio.
Barcelona no solo influyó en su estética, sino también en su manera de comprender las relaciones humanas. El espíritu abierto de la ciudad, su convivencia de culturas y su ritmo de vida relajado pero intenso animaron al cineasta a profundizar en narrativas que combinan emoción, crítica social y una mirada humana. La ciudad mediterránea le ofreció una visión del mundo donde la belleza y la vulnerabilidad conviven en un equilibrio natural.
Así, la Barcelona que no conocías —la de Alfonso Cuarón— no es una ciudad de rodajes, sino una ciudad de silencios, caminatas, aprendizajes y encuentros. Una Barcelona que vive entre líneas en su cine y que demuestra que los lugares que nos inspiran no siempre necesitan aparecer en pantalla para moldear nuestra manera de contar historias.





