Eduardo Chillida, el rey de la escultura española

Eduardo Chillida (1924–2002) es sin duda uno de los escultores más emblemáticos de España, especialmente del País Vasco. Nacido en San Sebastián el 10 de enero de 1924 y fallecido en la misma ciudad el 19 de agosto de 2002,

Chillida desarrolló una carrera artística marcada por la abstracción y por una profunda relación con los materiales como el hierro y la piedra.

Eduardo Chillida
Eduardo Chillida, el rey de la escultura española (ANSA) Noticias21.es

En su juventud, Chillida estudió arquitectura en la Universidad Politécnica de Madrid, pero pronto abandonó esos estudios para entregarse por completo al mundo del arte.

En 1948 se traslada a París, donde da sus primeros pasos en la escultura trabajando con arcilla y yeso. Más adelante regresa a su tierra natal, instalándose en Hernani (País Vasco), donde levanta una fragua y empieza a experimentar con el hierro, material que marcará buena parte de su obra.

La evolución de su obra y legado

A lo largo de su vida, Chillida desarrolló un lenguaje escultórico muy personal. Comenzó con piezas figurativas, pero pronto derivó hacia formas más abstractas. Sus esculturas en hierro se caracterizan por la contraposición entre la solidez del metal y los espacios vacíos, reflejando un interés constante por el vacío y la densidad. Más adelante, trabajó con granito y otras piedras para crear obras monumentales que dialogan con el entorno y con la propia arquitectura.

Eduardo Chillida
La evolución de su obra y legado (ANSA) noticias21.es

Una de sus piezas más conocidas y simbólicas es “El Peine del Viento”, formada por tres esculturas de acero incrustadas en rocas junto al mar en San Sebastián. Wikipedia Esta obra ejemplifica su capacidad para integrar materia, espacio y paisaje, transformando el entorno en parte activa de la creación artística.

Chillida recibió varios premios a lo largo de su carrera, entre ellos el Premio de Escultura en la Bienal de Venecia en 1958. También le otorgaron el Premio Carnegie, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y el Prémio Imperial de Japón, entre otros reconocimientos.

Además, creó el museo Chillida-Leku, ubicado en un caserío vasco en Hernani, donde sus esculturas dialogan con la naturaleza. El propio Chillida soñó con un espacio donde sus obras pudieran descansar “como en un bosque”: sus esculturas no solo se contemplan, sino que se habitan.

La obra de Chillida no es solo una exploración estética, sino también filosófica: reflexiona sobre los límites, el horizonte, la forma y el vacío. Su visión ascética y su respeto por la materia revelan un escultor que entendía su arte como una conversación íntima con lo elemental.

Hoy, su legado sigue vivo: sus esculturas se exponen en museos de primer nivel, como el Museo Guggenheim, y su influencia perdura en el arte contemporáneo. Chillida es, sin ningún lugar a dudas, un monarca de la escultura española, cuyo reino abarca no solo su tierra natal, sino el mundo entero.

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