En España, el mes de octubre de 2025 ha presentado condiciones climáticas extraordinarias que marcan un hito en la serie histórica reciente.
Según la AEMET, la temperatura media continental se situó en +16,7 °C, es decir, 2,1 °C por encima del promedio calculado entre 1991-2020. Además, las precipitaciones fueron de solo 48,2 mm, lo que equivale al 62 % del valor habitual para el mes. MeteoWeb Todo ello lleva a considerar que octubre de 2025 fue el segundo más seco del siglo XXI y el decimosexto más seco desde 1961.

El patrón climático ha mostrado contraposiciones territoriales: mientras buena parte del interior y la zona norte de la península vivieron condiciones de sequía severa —especialmente en la costa oriental de la Cantabria y en el noreste—, algunas zonas costeras del Mediterráneo y el sudeste experimentaron episodios de lluvias intensas que generaron una humedad inusitada. MeteoWeb También en las Islas Baleares las precipitaciones fueron de normales a húmedas, mientras que en las Islas Canarias predominaron las condiciones extremadamente secas.
Las temperaturas reflejan asimismo un comportamiento fuera de lo común: la ola de calor sufrida entre el 12 y el 25 de octubre provocó valores máximos récord en algunas estaciones —por ejemplo, +35 °C en la base aérea de Alcantarilla el 4 de octubre y +34,9 °C en el aeropuerto de Jerez de la Frontera el 3 del mes. MeteoWeb Hasta el día 28, se registraron mínimas tan bajas como -1,5 °C en Molina de Aragón. MeteoWeb Esto confirma una tendencia hacia otoños progresivamente más cálidos, ya que este fue el sexto octubre más cálido desde 1961 y el quinto de este siglo.
Consecuencias y perspectivas futuras
Las condiciones descritas tienen múltiples implicaciones para España. Primero, la falta de precipitaciones en la mayor parte del territorio incrementa el riesgo de sequía prolongada, afectando resursos hídricos, agricultura y ecosistemas. Las zonas de sequía severa ya muestran signos de estrés hídrico. Segundo, el aumento de temperaturas añade una capa extra de riesgo para incendios forestales, mayor demanda de agua y condiciona el confort térmico tanto de la población como de la fauna. Tercero, las lluvias torrenciales que se concentraron en zonas costeras e islas plantean retos de gestión del agua, inundaciones y erosión del suelo.

Desde el punto de vista de la planificación y adaptación, estos hechos refuerzan la necesidad de políticas que tengan en cuenta un clima que se está desplazando hacia extremos —más calor, menos lluvia de forma generalizada, pero con eventos más intensos e irregulares—. Anticipar situaciones como la que se vivió este octubre exige reforzar los sistemas de alerta temprana, optimizar el uso del agua, actualizar infraestructura agrícola y urbana, y fomentar la resiliencia de los ecosistemas.
En resumen, el octubre de 2025 en España no solo ha sido inusual por los datos registrados, sino que viene a subrayar cómo el cambio climático está ya alterando los patrones meteorológicos tradicionales. Estar atento a esta evolución ayudará a mitigar los impactos y a adaptarse con mayor eficacia a lo que parece un nuevo escenario climático para la Península.





