Álex de la Iglesia es uno de los directores de cine más singulares y reconocidos de España. Nacido en Bilbao en 1965, su carrera comenzó en el mundo del cómic y la filosofía, lo que le dio una base artística poco convencional para su posterior incursión en el cine.
Su estilo es fácilmente reconocible: combina humor negro, elementos grotescos, crítica social y una estética visual muy marcada, con influencias del cine de terror, el cómic y el cine de autor europeo.

Su primer gran éxito llegó en 1993 con Acción Mutante, una película de ciencia ficción distópica producida por Pedro Almodóvar. Con esta obra, De la Iglesia dejó claro que no temía romper esquemas ni desafiar al espectador.
Sin embargo, su consagración llegó en 1995 con El día de la bestia, una comedia satánica que se convirtió en un fenómeno de culto y le valió el Goya al mejor director. Desde entonces, ha desarrollado una carrera prolífica y diversa, con títulos como La comunidad (2000), Balada triste de trompeta (2010) y Las brujas de Zugarramurdi (2013).
¿Qué hace único a Álex de la Iglesia?
Lo que diferencia a Álex de la Iglesia de otros cineastas es su capacidad para mezclar géneros con maestría. Sus películas son híbridos entre el thriller, la comedia, el terror y la sátira social. No teme mostrar el lado oscuro de la sociedad española, pero lo hace con un estilo visualmente impactante y a menudo con un humor corrosivo. Sus personajes suelen estar al borde de la locura, atrapados en situaciones extremas, lo que genera una tensión constante que atrapa al espectador.

Además de su trabajo como director, De la Iglesia ha sido productor y guionista. En los últimos años ha ampliado su presencia al mundo de las series, con producciones como 30 monedas (2020), una serie de terror sobrenatural que ha sido aclamada internacionalmente. Su productora, Pokeepsie Films, también ha impulsado el trabajo de nuevos talentos dentro del cine de género en España.
Álex de la Iglesia no solo ha dejado huella en la industria por sus películas, sino también por su forma de entender el cine como un arte total, donde la imagen, la narrativa y el ritmo se conjugan para provocar una reacción emocional intensa en el público. Su cine no es fácil, pero es profundamente auténtico y visceral, lo que le ha valido el respeto de la crítica y el cariño de una legión de fans que esperan cada nuevo proyecto con expectación.