En abril de 2025, millones de personas en España y Portugal quedaron sin suministro eléctrico durante varias horas.
Lo que en un principio pudo parecer un fallo aislado se convirtió en uno de los episodios más graves del sistema eléctrico europeo en las últimas décadas. La red de transporte de energía colapsó ante un pico súbito de demanda y la incapacidad de responder de forma automática a pérdidas energéticas.
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Según la investigación encargada por la Unión Europea, el origen del apagón radica en una infraestructura obsoleta, poco preparada para gestionar variaciones bruscas de tensión.
El fenómeno técnico llamado “sobretensión en cascada” —un pico eléctrico que desencadena otros picos sucesivos— habría sido el desencadenante del colapso de la red ibérica.
Además, la red no contaba con mecanismos automáticos de recuperación del sistema frente a pérdidas repentinas de suministro.
Las consecuencias fueron amplias. Se paralizó el transporte urbano y metropolitano, los aeropuertos sufrieron cancelaciones, y los servicios de telefonía, emergencia y finanzas resultaron gravemente afectados.
Blackout en España y Portugal
En Portugal y España se reportaron zonas completamente sin luz; incluso algunas regiones del suroeste de Francia experimentaron interrupciones menores.
En el informe de los expertos liderados por Klaus Kaschnitz y Richard Balog se señala que el hecho es inédito en escala en Europa.

Para evitar que algo similar vuelva a ocurrir, se plantean reformas en la normativa europea de seguridad energética y la modernización de la red eléctrica.
Según el comisario europeo de Energía, estos eventos han puesto en evidencia los retos del sistema energético frente a un panorama de transición energética con fuerte presencia de fuentes renovables.
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Uno de los puntos clave es aumentar la resiliencia y flexibilidad del sistema eléctrico. Es necesario integrar tecnologías que permitan responder dinámicamente a variaciones en la demanda y en el suministro renovable, así como fortalecer la colaboración entre actores del sector desde el diseño hasta la operación de la red.
En el horizonte próximo, la Comisión Europea tiene previsto presentar una nueva normativa antes de finales de 2025 para “rejuvenecer” la red del bloque comunitario.
En resumen: el apagón en la península ibérica no fue un incidente menor, sino una advertencia clara de que las redes eléctricas europeas necesitan adaptarse con urgencia a los nuevos retos energéticos. Las inversiones en modernización, controles automáticos y normativa renovada serán fundamentales para evitar que se repitan apagones de gran escala.