En el Ciutat de València se vivió un partido de los que marcan época. Levante sorprendió de entrada y parecía tener el encuentro en sus manos con un 2-0 que hacía soñar a la afición granota.
Sin embargo, el Barcelona, fiel a su ADN de lucha y talento, sacó fuerzas cuando todo parecía perdido y terminó firmando una remontada épica.
El duelo tuvo de todo: goles, emoción, momentos de sufrimiento y un final dramático. Tras igualar con rapidez en la segunda mitad, el Barça no dejó de buscar el tercero. Y lo encontró en el minuto 91, gracias a un autogol que silenció al estadio y encendió la euforia culé.
El Levante arrancó con intensidad, presionando alto y castigando cada error blaugrana. La recompensa llegó pronto:
Iván Romero abrió el marcador en el minuto 14 con un disparo cruzado tras un contragolpe eléctrico.
En el 51’, José Luis Morales amplió la ventaja transformando un penalti con sangre fría. El 2-0 parecía encarrilar la sorpresa de la jornada.
El Barcelona se veía aturdido, incapaz de conectar en los últimos metros. El descanso fue un alivio para Xavi y los suyos, que necesitaban ajustar piezas con urgencia.
La charla en vestuarios surtió efecto inmediato. Apenas tres minutos después de reanudarse el juego, el Barça recortó distancias:
En el 48’, Pedri sacó un zurdazo impecable desde la frontal tras asistencia de Lamine Yamal: golazo y 2-1.
Solo tres minutos más tarde, en el 51’, Ferran Torres igualó el marcador aprovechando un córner servido por Raphinha. En un abrir y cerrar de ojos, el Barça había devuelto el golpe: 2-2.
La remontada estaba servida, pero faltaba la guinda. El Levante no se vino abajo, peleó cada balón e incluso rozó el tercero en alguna contra. Sin embargo, la presión azulgrana fue asfixiante hasta el final.
Cuando todos pensaban en un empate justo, llegó la jugada que cambió la noche. En un centro peligroso del Barça, la defensa del Levante intentó despejar pero el balón terminó dentro de la propia portería. Autogol cruel, 2-3 para el Barcelona y silencio absoluto en la grada local.
Los culés celebraron con rabia: no era solo una victoria, era la confirmación de que este equipo nunca se rinde.
El Barça firmó una remontada de carácter, un triunfo que se recordará por la manera en que se produjo: de 2-0 abajo a 2-3 en el último suspiro. El Levante fue valiente, tuvo sus momentos y puso contra las cuerdas a un gigante, pero la pegada blaugrana y ese golpe de fortuna al final inclinaron la balanza.
En el fútbol, a veces basta un detalle para decidir un partido. Y aquí, ese detalle llegó en forma de autogol. ¿Casualidad o fruto de la presión del Barça? Quizá un poco de ambas. Lo cierto es que el Barcelona sale reforzado, mientras que el Levante se queda con la amarga sensación de haber rozado la gesta.
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