¿Conoces el Hotel Chocolate? El nombre no es el que te imaginas

Hay muchos hoteles de todas las categorías y tipos en el mundo, pero algunos de ellos son realmente curiosos y particulares.

Conocido popularmente como el “Hotel de Chocolate”, el Gran Meliá De Mar en Mallorca es un ejemplo sobresaliente de arquitectura que desafía el paso del tiempo. ¿Pero sabes porqué se llama así?

El Gran Meliá de Mar: una joya en Mallorca

Proyectado por el renombrado arquitecto José Antonio Coderch a principios de los años 60 e inaugurado en 1964, este hotel es un hito del racionalismo mediterráneo y una prueba de que un diseño bien fundamentado perdura sin necesidad de transformaciones drásticas. Según la revista Arquitectura y Diseño, su diseño original ha sido validado por el tiempo, y las recientes restauraciones se han centrado en reforzar su esencia mediterránea sin alterar su identidad.

Coderch, una figura clave del racionalismo en la región, concebía la arquitectura como una respuesta honesta al entorno, empleando volúmenes sobrios, materiales naturales y una constante atención a la luz, la ventilación y la sombra. Los distintivos paravientos verticales de madera natural son un elemento icónico, que no solo protegen del sol, sino que también crean un dinámico juego de luces y sombras, aportando privacidad y una estética escultórica que parece moldeada por el viento marino.

Este hotel, el número 1.000 de las Islas Baleares, se encuentra a solo quince minutos del centro de Palma. Su 60 aniversario, celebrado recientemente, destacó la coherencia entre su arquitectura y su interiorismo. El mobiliario, que incluye piezas icónicas como el sillón Scissor de Federico Correa y Alfonso Milá y la lámpara TMC de Miguel Milá, se integra discretamente, sin competir con las vistas o la luz natural. Maderas cálidas, tapicerías neutras y cerámica artesanal contribuyen a una estética nostálgica y elegante.

El Gran Meliá De Mar representa un modelo de turismo más consciente en Mallorca, ligado al territorio y a su cultura constructiva. No es solo un lugar para alojarse, sino una puerta de entrada a una Mallorca más auténtica y tranquila, donde la arquitectura es tan memorable como el paisaje circundante. A diferencia de otros resorts efímeros, este hotel apuesta por una estética que se embellece con los años, gracias a su “mítica fachada principal que se abre al mar” y sus amplias terrazas escalonadas. Los parasoles verticales de madera y las baldosas cerámicas color chocolate reflejan la filosofía de “construir sin destruir” de Coderch.

Ubicado en una cala escénica rodeada de vegetación autóctona, el hotel ofrece privacidad y vistas ininterrumpidas, lejos del turismo masivo. Su entorno invita a explorar la región, con calas vírgenes, senderos por acantilados y pueblos pesqueros cercanos, permitiendo una inmersión profunda en la cultura y el paisaje mallorquín.