Por qué el corazón puede reiniciarse: ultimamente se han visto muchos evento del Síndrome de Lázaro, las explicaciones médicas de este síndrome rarísimo.
La crónica reciente nos ha acostumbrado a noticias que parecen desafiar toda lógica, como el caso de una mujer declarada muerta en un hospital de Tarquinia en Italia que, después de 30 minutos de haber cesado las maniobras de reanimación, volvió a respirar espontáneamente.
Un episodio análogo involucró a un hombre de 78 años en Busto Arsizio, quien también “volvió a la vida” poco antes de que los médicos declararan su fallecimiento. Estos eventos, aunque raros, no son milagros, sino que forman parte de un fenómeno médico bien definido, aunque aún misterioso: el Síndrome de Lázaro.
El Síndrome de Lázaro, también conocido como retorno espontáneo de la circulación (ROSC), es una condición médica extremadamente rara en la que un paciente, después de ser declarado muerto y de que se hayan suspendido las maniobras de reanimación, recupera autónomamente las funciones vitales. El nombre evocador deriva del episodio bíblico de Lázaro, quien según las escrituras volvió a la vida cuatro días después de su muerte.
Los primeros casos documentados de este síndrome se remontan a la década de 1980, y desde entonces solo se han registrado un puñado de episodios similares en todo el mundo. Lejos de ser interpretados como eventos sobrenaturales, estos casos representan dinámicas fisiológicas complejas que la medicina de urgencias todavía está estudiando e intentando comprender por completo.
Las hipótesis principales que intentan explicar este sorprendente regreso a la vida, como los observados en los casos recientes, se centran en varios factores fisiológicos. Uno de los mecanismos sugeridos se refiere a la ventilación mecánica: en algunos pacientes, el aire atrapado en los pulmones durante las maniobras de reanimación puede crear una presión intratorácica excesiva, lo que impide que el corazón bombee la sangre correctamente. Cuando la ventilación se interrumpe, la presión se reduce, permitiendo que la circulación se reanude espontáneamente.
Otra explicación está relacionada con el efecto retardado de los medicamentos. Fármacos como la adrenalina, administrados durante la reanimación cardiopulmonar, podrían tardar varios minutos en llegar al torrente sanguíneo y al corazón. Este retraso en la acción farmacológica podría llevar a una recuperación de las funciones cardíacas solo después de la interrupción de las maniobras. Además, los desequilibrios metabólicos o las alteraciones del equilibrio electrolítico, que inicialmente pueden haber contribuido al paro cardíaco, a veces pueden autocorregrse, reactivando espontáneamente el ritmo cardíaco.
El Síndrome de Lázaro es un fenómeno rarísimo: solo 65 casos documentados. Tras 10 minutos sin reanimación, el 33% de los pacientes se recupera bien neurológicamente. El caso de Tarquinia, con 30 minutos, es excepcional.
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