Katherine Vargas, investigadora científica del IGP, comparte su estudio en la columna de opinión publicada en el diario Correo Arequipa.
Los días jueves 10 y viernes 11 de julio, la comunidad campesina de Songoña, en el distrito de San Pablo (provincia de Canchis, Cusco), se convirtió en el epicentro de la curiosidad científica.
Un equipo del Instituto Geofísico del Perú (IGP) se desplazó hasta allí para investigar un fenómeno que ha acaparado la atención en medios y redes sociales: el apodado “volcán más pequeño del mundo”.
La expedición del IGP contó con el valioso apoyo de la municipalidad local, autoridades comunales y los propios pobladores. La jornada comenzó temprano, a las 5 a.m., con mediciones térmicas que confirmaron una observación crucial: el material expulsado por el montículo se encontraba a temperatura ambiente. Según los relatos de los comuneros, esta estructura comenzó a formarse en noviembre de 2024, y su peculiar forma cónica se ha acentuado en los últimos tres meses.
La pregunta que todos se hacían era si estábamos realmente ante un volcán. La respuesta contundente del IGP es no: lo que se observa en San Pablo es un volcán de lodo. Esta estructura se forma cuando gases del subsuelo ascienden, arrastrando consigo sedimentos arcillosos mezclados con agua subterránea. Aunque su apariencia, incluyendo un cráter central, recuerda a un volcán tradicional, la ausencia de magma, lava, ceniza o altas temperaturas lo diferencia radicalmente de un volcán activo.
La confirmación de que no se trata de un volcán activo es, sin duda, una buena noticia. Si lo fuera, el lugar representaría un riesgo considerable debido a la posible emisión de gases tóxicos, ceniza o material incandescente, lo que requeriría restringir el acceso. En la región de Cusco, el único volcán con potencial activo es el Quimsachata, donde el IGP inició un monitoreo temporal en noviembre de 2024, con planes de instalar una red de vigilancia permanente similar a las que operan en otros volcanes monitoreados en tiempo real en el país, como el Misti y el Ubinas.
Durante la inspección, los científicos tomaron muestras del material emitido, midieron parámetros como pH, conductividad y sólidos disueltos. Además, se emplearon drones y equipos GPS de precisión para elaborar un modelo 3D del montículo, lo que permitirá seguir su evolución en los próximos meses.
Los resultados de los análisis de laboratorio serán fundamentales para evaluar si existe algún tipo de afectación en los suelos o en las fuentes de agua cercanas. Toda esta información se incluirá en un informe técnico que será compartido con las autoridades locales. El IGP destacó y agradeció la cálida acogida de los pobladores de San Pablo, quienes no solo colaboraron activamente, sino que también compartieron sus observaciones, preguntas e incluso sus rituales en honor a la Pachamama.
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