El torneo de Wimbledon 2025 finalizó hace unas horas con la victoria por primera vez de un tenista italiano: Jannik Sinner.
La final de la edición de este año del torneo de tenis más famoso del mundo contó con la participación del español Alcaraz y el italiano Sinner. Como siempre, asistieron grandes nombres y celebridades, entre ellos los reales, el príncipe William y Kate de Gales, acompañados por sus hijos George y Charlotte, y el rey Felipe de España.
Cada año, el legendario torneo de Wimbledon es sinónimo de tenis de élite, pero también de una asombrosa cantidad de pelotas que, tras ser golpeadas con precisión por los mejores del mundo, parecen destinadas al olvido. Sin embargo, desde principios de los años 2000, una porción de estas características pelotas amarillas encuentra un propósito noble e inesperado: convertirse en refugios para una especie particular de roedores británicos, los “harvest mice” (ratones de cosecha).
Se calcula que durante las dos semanas que dura Wimbledon, se utilizan unas 55.000 pelotas de tenis. Aunque algunas se destinan a la Wimbledon Foundation, una parte considerable se recicla para un ingenioso proyecto de conservación de la vida silvestre. Estas pelotas se emplean como diminutas “casas” para los ratones de cosecha, proporcionándoles protección frente a los elementos y los depredadores.
La clave de esta iniciativa reside en las características ideales de las pelotas de tenis para albergar a estos pequeños roedores. Los “harvest mice” son criaturas realmente minúsculas, midiendo apenas entre 5 y 7 centímetros de largo y pesando tan solo entre 4 y 6 gramos. Las pelotas, con su forma esférica y, crucialmente, su impermeabilidad, ofrecen un refugio perfecto y seguro. No solo protegen a los ratones de la lluvia, sino que también los resguardan de posibles inundaciones, garantizándoles un ambiente seco y protegido.
Wimbledon colabora activamente con las sedes locales de los Wildlife Trusts, asociaciones dedicadas a la conservación de la naturaleza, en regiones como Avon, Glamorgan y Northumberland. Esta alianza garantiza que un objeto aparentemente desechable como una pelota de tenis pueda tener una segunda vida, contribuyendo significativamente a la protección de una especie animal vulnerable.
Es un brillante ejemplo de cómo eventos de resonancia mundial pueden integrar prácticas de sostenibilidad y conservación, transformando un simple objeto deportivo en una valiosa herramienta para salvaguardar la biodiversidad.
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